Aldo Rossi, el
notable arquitecto italiano de prestigio internacional del siglo XX, afirmaba
que sólo preservando la presencia del patrimonio arquitectónico y la memoria se
podrá conservar la continuidad de las ciudades.
Sus obras, desde el norte de una Italia atravesada por la destrucción de
las guerras que suponía comenzar todo de nuevo, sin embargo apelando a las raíces
testimoniales de la historia supo concretar construcciones edilicias y sectores
urbanos con una fuerte identidad.
Es acaso Ushuaia, ciudad
que crece explosiva y desordenadamente al ritmo de su fenomenal crecimiento
poblacional, susceptible de destruir su valioso pasado arquitectónico e
identitario?
Las autoridades de
turno, sean gubernamentales o municipales, evalúan los impactos del “progreso”
que colisiona con el sentido de pertenencia de los habitantes con su ciudad? O
sólo interesan las “inversiones”, sin viabilizarlas con las leyes en la mano?
Si bien la noción
de patrimonio y su necesidad de conservación constituyen conceptos de gran
difusión en el siglo XX, no parece que por aquí hubiera conductas oficiales
concordantes con el resto del mundo en este aspecto.
Si se tuvo la
posibilidad de viajar y conocer otros sitios, podrá comprobarse fácilmente
cuánto valoran las comunidades, sean ricas o pobres económicamente, sus acervos
culturales, sean edificios, artes, costumbres…
Debemos ser
concientes que todos quienes habitamos esta tierra austral hemos llegado alguna
vez, incluyendo pioneros y antiguos pobladores. Algunos antes, otros después, y
otros lo harán en el futuro. Por tal razón, y a pesar de las situaciones
complejas que se producen por parte de los nuevos grupos de vecinos que llegan
y ocupan terrenos espontáneamente. al igual que quienes vinieron en 1884 con
Augusto Laserre. y se van sumando a nuestra comunidad, deben necesariamente ser
atendidos en sus necesidades por parte de las autoridades sin demagogias pero
con planificaciones reales que superen lo planes urbanísticos de propaganda,
que no han logrado encauzar el destino de una ciudad que se autodestruye.
Está claro que nos
preocupan los salarios, la persistencia de las fuentes de trabajo, la
educación, la salud, el costo de la canasta familiar. Pero si esas necesidades
se resolvieran ¿recién ahí nos pondremos a pensar en la ciudad que queremos y
de la cual nos podamos sentir identificados?
La ciudad la
construimos o la destruimos entre todos. Y no hablamos de la ciudad-postal para
los turistas, que por otra parte también es necesaria. Nos referimos a la
construcción diaria de una identidad cultural, un común denominador que nos
comience a identificar como ushuaienses, por encima de nuestros lugares de
procedencia.
Sea a través de la
conservación de sus edificios simbólicos, del cuidado colectivo de sus espacios
públicos, de la creación artística con raíces regionales, de asumir que necesitamos ir construyendo una
cultura que nos contenga y nos represente, es tarea que llevará consigo una o
dos generaciones pero que indudablemente hay que asumir. Tal vez lo estemos realizando pero no como un
objetivo común.
Encontrar esa
brújula que nos oriente hacia un destino así es una tarea que si nuestros
representantes políticos no muestran interés, al menos seamos nosotros los
ciudadanos quienes emprendamos ese necesario desafío: Proyectarnos
al futuro con una identidad cultural propia. Algo más que susbsistir…
(Fotos: arriba Construcción comercial nueva. Abajo Casa Masciochi (1896) refuncionalizada como restaurante. Dos enfoques respecto del patrimonio e identidad)
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